Nuestro cuerpo físico es el vehículo del alma, que dejamos atrás al morir. La muerte psicológica nos permite, en vida, liberar defectos y despertar la conciencia. Tras la muerte física, el alma pasa por tres juicios que determinan su próxima encarnación. Comprender este proceso nos ayuda a vivir con sabiduría y trascendencia, enfocándonos en nuestra evolución espiritual y en el despertar de nuestra esencia eterna.
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El cuerpo físico: el vehículo del alma
Nuestro cuerpo físico puede compararse con un vehículo que el alma utiliza para experimentar la vida. Cuando envejece o se desgasta, llega el momento de dejarlo atrás y tomar uno nuevo. Comprender esto nos permite ver la muerte no como un fin, sino como una transición.
A cada ser humano se le otorgan 108 vidas por ciclo, dentro de un proceso que incluye reinos como el mineral, vegetal, animal y humano. Sin embargo, si no trabajamos en nosotros mismos durante estas vidas, podríamos enfrentarnos a las llamadas infradimensiones, donde se produce una “muerte segunda” que purifica el alma.
Los tres juicios tras la muerte
Cuando el cuerpo físico muere, el alma pasa por tres juicios:
- Primer juicio: Ocurre en los primeros minutos, donde la conciencia revisa su vida en retrospectiva. Se evalúan las decisiones, logros y errores.
- Segundo juicio: A las 24 horas, ante Anubis, se evalúan los defectos psicológicos y su peso.
- Tercer juicio: A las 48 horas, nuevamente ante Anubis, se valoran las obras realizadas y su impacto en el karma. También se mide cuánto subió la Kundalini, si es que subió.
Estos juicios determinan aspectos clave como la próxima encarnación, lugar y momento de nacimiento, e incluso características psicológicas.
La muerte psicológica: un trabajo consciente
Más allá de la muerte física, se habla de la muerte psicológica, un proceso que podemos realizar en vida para eliminar defectos y liberar nuestra conciencia.
Existen dos tipos principales de muerte psicológica:
- Muerte en marcha: En el día a día, al observarnos y reconocer un defecto (ira, envidia, etc.), pedimos su eliminación a nuestra Madre Divina, una energía espiritual interior.
- Muerte reflexiva: Mediante la meditación, reconstruimos escenas de nuestra vida para identificar defectos recurrentes, comprendiendo sus raíces y liberando la esencia atrapada en ellos.
Este proceso permite liberar nuestra conciencia fragmentada, unificarnos y crecer espiritualmente.
¿Qué muere y qué permanece?
- Muere:
- El cuerpo físico y el cuerpo vital.
- La personalidad, vehículo energético que le permite al Ego manifestarse.
- Permanece:
- Los defectos psicológicos o Ego, que nos acompañan a lo largo de las encarnaciones.
- La esencia, que es eterna.